CUALES SON LAS CAUSAS DE LA FALTA DE DESEO SEXUAL.

Una de las disfunciones sexuales más comunes es la falta de deseo sexual. Un problema muy habitual aunque muy pocas personas buscan soluciones a este problema porque terminan por autoconvencerse de que es algo habitual con el paso de los años o de que el deseo volverá en cualquier momento.



Ahora bien, ¿dónde está el origen de la falta de apetito sexual? Las causas de esta disfunción pueden ser de dos tipos: causas médico-orgánicas y causas psico-sociales. Tanto las unas como las otras son fácilmente identificadas por un especialista que te puede dar la solución apropiada para recuperar tu deseo sexual.

ALGUNOS MEDICAMENTOS AFECTAN AL DESEO SEXUAL
Entre los problemas orgánicos más habituales se encuentran la bajada de los niveles de testosterona, el aumento de los niveles de prolactina (hormona que estimula la producción de leche en las glándulas mamarias) o el hipotiroidismo. Por su parte, también hay medicamentos que destruyen el deseo sexual como los antidepresivos o las mediciones prescritas para la hipertensión, el colesterol o la próstata.

No obstante, existen también una serie de causas de origen psico-social que pueden contribuir a la falta de deseo sexual. Entre ellas destacan las siguientes:



- Estrés: estar sometidos a unos niveles de estrés muy elevados afectan a tu sexualidad, que quedará desplazada a un segundo plano. Y es que las preocupaciones del día a día consiguen eliminar el apetito sexual.

ESTRÉS, DEPRESIÓN Y MONOTONÍA: LOS ENEMIGOS DEL DESEO SEXUAL
- Menopausia y andropausia: con el paso del tiempo el deseo sexual comienza a desaparecer. El nivel hormonal desciende y eso provoca que tanto las mujeres como los hombres pierdan el interés por practicar sexo.

- Autoestima: si una persona tiene la autoestima y no se encuentra cómoda con su cuerpo, acabará por 'odiar' esos momentos de intimidad con su pareja. Si este es tu problema, tras unas sesiones de terapia recuperarás tu autoestima y volverá tu deseo sexual.

- Monotonía: el aburrimiento puede acabar con el deseo de una pareja. Cuando las relaciones sexuales prácticamente se convierten en una actividad programada que hay que llevar a cabo un determinado día o en un determinado momento, al final se pierde esa magia del sexo. Este problema tiene una fácil solución: revivir vuestra pasión para que vuestro encuentros sexuales vuelvan a ser como el primer día.

- Depresión: una persona depresiva o con algún tipo de trastorno es totalmente desganada para hacer cualquier actividad, por lo que, de cara al sexo, tendrá también ese sentimiento de apatía.

Además, a todos estas causas se le tienen que añadir determinados problemas que se dan mientras se mantienen relaciones sexuales como son los problemas con la excitación, el dolor, la frustración de no alcanzar el orgasmo o la eyaculación precoz en los hombres. Todos esas situaciones hacen que poco a poco se pierda interés por el sexo.



Síntomas y signos para identificar la falta de deseo sexual
En primer lugar, el síntoma más significativo para identificar la inapetencia o falta de deseo sexual es una disminución por el interés que nos suscita el sexo en sus diferentes dimensiones.

Esta disminución en el interés por lo sexual suele ir acompañada de conductas específicas como las siguientes:

Evitamos con frecuencia las propuestas de actividad erótica y sexual que propone nuestra pareja, por ejemplo con las típicas expresiones: “No, ahora no tengo ganas”, “Es que estoy muy cansado” o “Mejor otro día, cariño”.
Disminuye nuestra iniciativa para proponer actividades sexuales.
Nos masturbamos con menos frecuencia que antes.
Esquivamos las situaciones en que sabemos que nuestra pareja puede proponer un encuentro sexual, como acostarnos cuando ya está dormida o llenar nuestro tiempo libre de actividades para impedir momentos de intimidad con nuestra pareja.
Pero, sobre todo, un día nos damos cuenta de que el sexo está casi ausente de nuestras preferencias y que rara vez aparece en nuestro pensamiento, a no ser que alguien saque el tema.
Con el tiempo, y si esta situación ha ido provocando conflictos en la relación de pareja, cualquier gesto de acercamiento puede percibirse como un peligro y, en vez de ser una experiencia agradable que activa nuestro deseo como lo hacía antes, nos parece una experiencia molesta y desagradable que deseamos evitar.

Cuando llegamos a esta fase, ese gesto puede provocarnos ansiedad y  temor hacia las consecuencias de nuestra inapetencia sexual, y nos puede llevar a sentir que estamos obligados a tener una actividad sexual para evitar un problema o el mal humor de la pareja. Sin embargo, obligación y deseo son dos grandes enemigos. En este punto, podríamos reconocer que hemos entrado en un círculo vicioso que provoca un distanciamiento afectivo y un aumento de los conflictos en la relación que, a su vez, siguen alimentando una disminución de nuestro deseo sexual. 



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